Si te
fijas bien, se esparce la locura. La política,
la religión, la justicia, el arte e incluso el amor es locura.
La vida
misma es locura, vanidad de vanidades, ilusiones ficticias, irrealidades aparentes…las grandes representaciones tal y
como intuyó Shopenhauer. Todo es teatro, farsa,
sueño como reconoció Calderón de la Barca.
Somos
unos ilusos dentro de un espejismo, unos actores que nos hemos creído nuestro
papel. Unos soñadores que ignoramos que soñamos. Unos locos que buscamos razones y sentido para lo
que, tal vez no tiene ni sentido ni razón.
Hay una
sustanciosa diferencia importante: que hay locuras hermosas y locuras
terribles, locuras constructivas y locuras destructivas, locuras que trabajan
para la clara locura de la vida y locuras que enredan en la negra locura de la
muerte.
Quizá no somos locos pero vivimos la locura como un estallido de lucidez
Hoy por
hoy hay que estar loco para continuar nuestro devenir diario con esmero y
alegría, para poder criar unos hijos, para hacer frente a la problemática
actual de nuestros mayores, para
escuchar a los políticos, para” tirar pa´lante”, para creer en un mundo
intenso, mágico… para sentir el amor.
La
locura del amor, de las sensaciones. Gozo y tormento, manifestación suprema de
la vida .Respeto incondicional, admiración y ternura. Lo es todo. Entrega, gozo,
sacrificio, dolor, felicidad….Un olor, gusto,
risa. La mirada ,el contacto.
En mi
opinión, ideal es estar enamorado del mismo aire que se respira. Enamorado… ¿qué
significa para ti?
El
amor, si sabes el final no me lo cuentes, porque perdería la emoción, la
locura. Prefiero creer que es la historia sin final, me gusta imaginar que hay
sentimientos que no mueren.
Los poetas y los enamorados son capaces de expresar el amor con pasión, belleza, profundidad
y, sobre todo, con locura.
Y tú, ¿elijes la cordura o la embriagadora
demencia del existir?
Ana Melendi
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