En
esta generación la vestimenta es de lo más variopinta. En muchos se
impone la moda de los pantalones caídos; en otros casos la estética
japonesa en su versión más flúor o la gótica dominando el negro…
Según un sondeo del Ministerio de Asuntos Sociales el botellón es la práctica favorita par un 60% de la población joven.
Todos
llevan las mismas señas de identidad. Han nacido con las nuevas
tecnologías y la información digital. La rebeldía, consumismo, anhelos
de libertad, celo de su intimidad… son los oropeles en los que se
alberga esta generación.
En
su fuero interno dominan las dudas, insatisfacción… y, sin embargo, su
ego les hace siempre creerse poseedores de la verdad. Dominan la
dialéctica para intentar ganar cualquier negociación. Algunos forman
parte de tribus urbanas (pokeros…) y otros simplemente conforman la
nueva generación juvenil.
Su
cuerpo no es tabú y están abiertos a los misterios de la sexualidad. La
música alta es uno de sus escondites para no encontrarse con el vacío
del silencio, la profundidad, la reflexión… En esta etapa evolutiva
surgen los conflictos familiares, el choque contra la autoridad, la
falta de entendimiento, la autoafirmación… muchas veces necesario para
su crecimiento personal. Todos ellos son un reflejo de nuestras familias
y de la sociedad.
No
siempre presentan un discurso vacío de contenido. También nos rodean
jóvenes formados, sanos, educados, con criterios, anhelos de justicia
social, altos ideales… Unos y otros valoran sobre todo la pertenencia a
un grupo y la amistad.
Los
alumnos de nuestras clases de Primaria son la antesala de la
adolescencia. Es importante que los educadores estemos ahí, siendo
siempre sus referentes, marcando límites, formando en valores. Ellos son
nuestro futuro.
La
comunicación nunca puede agrietarse; es la clave para acortar,
entrelazar ambas generaciones y alcanzar la armonía en cada núcleo
familiar.
Colaboración de M. José Martín Moreno
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