lunes, 21 de enero de 2013

La generación del botellón

Madrid, un sábado invernal. La tarde ya ha caído. Son las nueve de la noche y allí, en un parque de la zona centro de Madrid, se reúnen un grupo numeroso de adolescentes pues se ha convocado un botellón.
En esta generación la vestimenta es de lo más variopinta. En muchos se impone la moda de los pantalones caídos; en otros casos la estética japonesa en su versión más flúor o la gótica dominando el negro…
Según un sondeo del Ministerio de Asuntos Sociales el botellón es la práctica favorita par un 60% de la población joven.
Todos llevan las mismas señas de identidad. Han nacido con las nuevas tecnologías y la información digital. La rebeldía, consumismo, anhelos de libertad, celo de su intimidad… son los oropeles en los que se alberga esta generación.
En su fuero interno dominan las dudas, insatisfacción… y, sin embargo, su ego les hace siempre creerse poseedores de la verdad. Dominan la dialéctica para intentar ganar cualquier negociación. Algunos forman parte de tribus urbanas (pokeros…) y otros simplemente conforman la nueva generación juvenil.
Su cuerpo no es tabú y están abiertos a los misterios de la sexualidad. La música alta es uno de sus escondites para no encontrarse con el vacío del silencio, la profundidad, la reflexión… En esta etapa evolutiva surgen los conflictos familiares, el choque contra la autoridad, la falta de entendimiento, la autoafirmación… muchas veces necesario para su crecimiento personal. Todos ellos son un reflejo de nuestras familias y de la sociedad.
No siempre presentan un discurso vacío de contenido. También nos rodean jóvenes formados, sanos, educados, con criterios, anhelos de justicia social, altos ideales… Unos y otros valoran sobre todo la pertenencia a un grupo y la amistad.
Los alumnos de nuestras clases de Primaria son la antesala de la adolescencia. Es importante que los educadores estemos ahí, siendo siempre sus referentes, marcando límites, formando en valores. Ellos son nuestro futuro.
La comunicación nunca puede agrietarse; es la clave para acortar, entrelazar ambas generaciones y alcanzar la armonía en cada núcleo familiar.
 
Colaboración de M. José Martín Moreno

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